Algunas de las chicas se pusieron a lavar los platos, a pesar de que Caferri les insistía para que no lo hicieran.
—¡Dejen, che!… Lo hacemos mañana…
Como seguían lavando, les cerró la canilla y las llevó para el living.
—Es mi cumpleaños y tienen que hacer lo que yo diga. Vamos a escuchar música.
Encendió el equipo y puso un CD. Al rato Boglioli nos preguntó:
—¿Qué es esto?
—Ace of Base —respondió Tortonese.
—Qué música de mierda…
Boglioli tarareó la melodía haciéndole burla.
—A mí lo que me gusta es la letra —dijo el Gato—. Habla de una mina que lo único que quiere es que se la garchen y la dejen embarazada.
—¿Eh?
—Escuchá. —Se puso a cantar siguiendo la letra—. All that she wants is another baby. Tatá-tará-tará. All that she wants is another baby, yeah…
—¡Qué ingléees! —dijo Olivera.
—¿Viste?
—¿Y después qué dice? —preguntó Javier.
—Qué sé yo, después no entiendo nada… Pero debe decir que la mina le pincha los forros al chabón o algo así.
Todos se rieron. Maidana también.
Lautaro, Mendoza y el Tano vinieron de la cocina con dos vasos de cerveza cada uno.
—¿Birra?
—No, gracias —dijo Maidana.
El Tano le sacó el vaso de Coca-Cola y se lo cambió por uno de cerveza.
—Dale, Maidana. Así tomás coraje y te animás a hablarle a Mikaela.
—Claro —dijo alguien.
Maidana dudó pero se quedó con el vaso en la mano.
Don’t turn around de Ace of Base
Young and proud de Ace of Base
The sign de Ace of Base
No limit de 2 Unlimited
Tribal dance de 2 Unlimited
Chiquetere de Rafa Villalba
Desesperada de Marta Sánchez
—¿Y? ¿La vas a encarar o no la vas a encarar?
Maidana no supo qué responder.
—¿Qué esperás, boludo?
—¡Dale que está con vos, Maidana!
—Está desesperada, como Marta Sánchez…
Todos se rieron.
—¡Dale! ¡Andá, boludo!
Boglioli le apoyó las manos en la espalda y lo empezó a arrastrar hacia donde estaba Mikaela. Él se zafó con un movimiento brusco.
—Pará…
—¿Qué vas a hacer, boludo? ¿Esperar a que te venga a encarar ella?
Justo llegaba Tortonese; venía de hablar con Onzari.
—¿Qué pasa?
—Nada —dijo Boglioli—. Le estaba diciendo que la vaya a encarar, pero no se anima…
—Pará, boludo, hay que ir despacio…
Maidana se arreglaba la camisa. Boglioli sonreía.
—Si Tortonese dice que hay que ir despacio, hay que ir despacio —dijo Lautaro—. Él de estas cosas sabe.
—Hacé una cosa —prosiguió Tortonese—: primero andá a llevarle un vaso de gaseosa. ¿Qué estaba tomando en la mesa?
—Fanta —respondió Maidana.
—Vas a tener que llevar uno para Pasco también; si no, quedás mal. Vos hacete el boludo, como que lo hacés de caballero nomás, ¿entendés?
Después de unos segundos Maidana asintió, pero no se movió del lugar.
—No te preocupes, Maidana… Acordate de lo que hablamos. Con la mina está todo bien… Haceme caso, boludo. Empecemos con esto que es un gesto amable. Como para ir preparando el terreno, ¿entendés?
Maidana dudó, pero finalmente se fue a la cocina.
—Boludo, no hay que zarparse… Si no, se va a dar cuenta de que lo estamos jodiendo…
Boglioli chasqueó la lengua.
—Qué se va a dar cuenta… Si es un pelotudo…
Tortonese lo miró como diciendo «Qué boludo que sos…».
Al rato Maidana salió de la cocina con los dos vasos y encaró directo para donde estaban Mikaela y Pasco. Metros antes titubeó y se detuvo. Justo en ese momento Mikaela lo vio. Maidana empezó a caminar de nuevo. Llegó hasta ellas y les ofreció los vasos. Ellas los aceptaron. Mikaela le sonrió y le dijo algo. Pasco se puso a tomar; me pareció que lo hacía para disimular lo tentada que estaba. Ahora se caga de la risa y escupe toda la Fanta, pensé. Maidana le devolvió la sonrisa a Mikaela, saludó con la cabeza y volvió a donde estábamos nosotros.
—¡Qué jugadooor!
—Buen comienzo, eh… —dijo Tortonese—. ¿Viste cómo te sonrió?
Maidana asintió; miraba el piso. Traté de leer en su rostro lo que estaba pensando, pero no logré llegar a una conclusión. Todavía le duraba en los labios la sonrisa que le había dedicado a Mikaela.
—¡Ganador! —exclamó el Tano y le palmeó la espalda.
Boglioli se puso a aplaudir marcando el compás.
—¡Qué alegría, qué alegría, olé olé olá!
Los otros se le sumaron.
—¡Vamos flaco todavía, que estás para ganar! ¡Qué alegría, qué alegría, olé olé olá! ¡Vamos flaco todavía, que estás para ganar! Con esa pilcha nueva, estás super pintón…
Los pibes dejaron de cantar para ver como seguía Tortonese.
—Perfume de primera, zapatos de salón… Con semejante facha, tenés todo a favor… ¡Andá afilando el hacha —se agarró el bulto—, que estás en ganador!
—¡La escribió para vos, Maidana! —gritó el Tano.
La cantaron hasta el final. Las partes que no se acordaban se las dejaban a Tortonese.
—¿Te la sabés toda? —le preguntó Lautaro cuando terminaron.
—¿Cómo?… Hasta los anteojos tenía de Johnny Tolengo…
Boglioli acercó la nariz al cuello de Maidana.
—¿Te pusiste perfumito de primera?
Maidana se corrió para atrás. Boglioli se rió.
—Uuuh, sí te pusiste… Te va a querer besar el cuellito…
Amén de Marta Sánchez
De mujer a mujer de Marta Sánchez
Te recuerdo de Bravo
Fuego contra fuego de Ricky Martin
Dime que me quieres de Ricky Martin
—Pon más velocidad, que estoy por acabar… Lalalala-lalalala-la…
—¡Basta, pendejo!
Matador de Los Fabulosos Cadillacs
—¡Para vos, Maidana!
Mi novia se cayó en un pozo ciego de Los Fabulosos Cadillacs
El satánico Dr. Cadillac de Los Fabulosos Cadillacs
—Permiisoo… ¿Interrumpimos algo?
—No, para nada… Siéntense.
Los que estaban en el sofá les cedieron el lugar a las chicas.
—No hace falta… Quédense…
Los pibes insistieron y se fueron a buscar unas sillas.
—Bueno, gracias…
—¿Qué andan haciendo? —preguntó Mikaela.
—Charlando…
—¿Se puede saber de qué o es secreto?
—Secretos en reunión es mala educación —dijo Pasco, y se rió sola.
—No… Estábamos hablando boludeces…
—De la música hablábamos.
—¿De que les gusta o de que no? —preguntó Mikaela.
—De que no —dijo Boglioli.
—Yo no escucho a los Cadillacs, pero tampoco me disgustan…
—Son una cagada.
—¿Qué te pasa con los Cadillacs, pendejo? —dijo Maradona.
—Ahora en un rato voy a copar el equipo y van a ver lo que es buena música… ¿No, Maidana? Voy a poner tu tema preferido…
Maidana sonrió pero no dijo nada.
—¿Vos también escuchás música pesada? —le preguntó Mikaela.
Maidana dudó.
—Algo… En realidad escucho de todo un poco… Algo de rock, algo de pop…
—Algo de hardcore… —agregó Lautaro.
—¿Los Rolling te gustan? —preguntó Mikaela.
Maidana asintió.
—¿Qué temas te gustan, por ejemplo?
—No me acuerdo los nombres… En realidad no tengo nada de ellos. Los escucho en la radio.
—Ah, entonces debés conocer nada más los temas comerciales…
Maidana asintió.
—Pero te gustan.
Maidana asintió.
—Entonces, si querés, después te presto unos CDs…
Maidana sonrió.
—Dale…
—Yo siempre pensé que escuchabas tango, folklore… Esas cosas…
Vi que Pasco se tapaba la boca.
—¿Por? —preguntó Maidana.
—No sé… Por lo tranquilo que sos…
—Eso porque no lo viste cuando escucha Pantera… —dijo Boglioli—. Ahora en un rato vas a ver. Vas a conocer al Maidana metalero…
Mikaela pareció no escucharlo.
—Sos… como muy formal…
Maidana no supo qué responder.
—¿Pero eso es malo? —preguntó Tortonese.
—Nooo, para naada… A mí me gustan los chicos formales.
—Además, Maidana es un tipo formal pero tiene toda la onda… —dijo Tortonese y le palmeó la espalda.
Mikaela asintió con una sonrisa.
—Y, sí… Si escucha a los Rolling tiene la re-onda…
Maidana se empezó a poner colorado; sonreía y miraba el piso.
Boglioli intervino.
—Vos pensabas que escuchaba tango porque se parece a Gardel…
Pasco dejó escapar una risita.
—Qué pavo que sos, eh… —dijo Mikaela—. Te cargan por el peinado, ¿no?
Maidana no supo qué responder.
—Vos no les hagas caso, Maidana; te queda re-bien el pelo así. Te hace como más maduro… Más elegante…
Pasco no pudo aguantar más y largó una carcajada. Se levantó del sofá y se fue.
—No le des bola —dijo Mikaela—; ya está en pedo… ¿Qué estaba diciendo?
—Que el peinado le queda bien —dijo Tortonese.
—Ah, sí, que te hace más elegante… Vos no le hagas caso a este. —Lo señaló a Boglioli—. Él te lo dice de envidia, porque tiene el pelo todo pajoso…
—¡¿Qué pajoso?! —dijo Boglioli.
—Y lo debe tener lleno de caspa también…
—No tengo caspa…
—Seguro que tenés. Si sos un sucio… Hace un mes que tenés puesta la misma remera…
Todos se rieron.
—¡Mentira! ¡Vos te confundís porque tengo varias remeras de Megadeth!
—Sí, sí… —dijo Mikaela. Le sonrió a Maidana y le guiñó un ojo—. Se pone así porque tengo razón…
Maidana le devolvió la sonrisa.
—Tendrían que aprender de vos, Maidana. Así se viene a una fiesta, no todo zaparrastroso…
Lautaro se rió.
—¡Tampoco exageréees! ¡Ni que fuéramos linyeras!
—No, linyeras no… Pero al final las chicas nos preocupamos por ponernos lindas y los hombres se visten como todos los días… Menos vos, Maidana.
Maidana sonrió pero bajó la vista.
—Disculpame, yo te digo Maidana porque no me acuerdo de tu nombre. ¿Cómo te llamabas?
—Cristian.
—Cristian —repitió Mikaela—. No es nada personal, eh… Lo que pasa es que en la escuela casi todos se llaman por el apellido…
Maidana sonrió y asintió con la cabeza.
—Todo bien…
Mikaela se levantó.
—Yo tengo que ir al baño —dijo. La miró a Maradona—. ¿Me acompañás?
—Dale…
—Después volvemos. —Le sonrió a Maidana—. Hasta luego, Cristian.
—Hasta luego.
Cuando las chicas se fueron, el Tano le palmeó la espalda a Maidana.
—¡Esa, matador! ¡Qué levante!
—¡Está con vos, Maidana!
Maidana puso cara de «Qué va a estar conmigo…».
—En serio, boludo… ¿No te diste cuenta?
—Te tiró la re-onda… ¿No viste cómo te guiñó el ojo?…
Maidana no contestó. Tortonese le tocó el brazo.
—No es para mandarme la parte, Maidana, pero yo de estas cosas sé. Y te digo que es así… La mina te tiró onda… Esa de a mí me gustan los chicos formales… —Levantó las cejas y sonrió con picardía—. Fue bastante directa, ¿no te parece?
—Y como te defendíiia…
—Yo me enojé por lo del pelo pero tiene razón, Maidana: al lado tuyo parezco un linyera.
—Y no es porque vos estés mal, eh… Es porque este con su look nos mató a todos…
—Tendrían que aprendeeer… —dijo el Gato imitándola a Mikaela.
Se rieron.
—Menos vooos, Maidaaana… —dijo Lautaro.
—Hasta lueeego, Criiistian… —dijo el Tano—. Sos un ganador, Maidana…
Boglioli se puso a aplaudir marcando el compás.
—¡Qué alegría, qué alegría!
Los otros se le sumaron.
—¡Olé olé olá! ¡Vamos flaco todavía, que estás para ganar!
Siguieron cantando. En un momento, Boglioli gritó: «¡Ya es tuya, Maidana!», y lo volvió a despeinar.
—¡Pará, boludo! —dijo Tortonese—.¡¿Qué hacés?!
—Uh, perdoná… —dijo Boglioli—. Es que me pongo contento y me descontrolo…
Maidana no contestó; se estaba peinando con los dedos.
—¿Te enojaste, Maidana?
Maidana negó con la cabeza.
—Todo bien.
—Andá a ponerte agua, boludo…
Maidana asintió y se fue al baño.
—¡Si está Mikaela no entrés, eh! —le gritó el Gato, y los pibes se rieron.
—Qué hijo de puta…
—Che, ¿es lo único que sabe decir? ¿Todo bien?
—No, boludo, también sabe decir «No sé»…
Se rieron.
—Qué bien que estuvo Mikaela…
—¿Viste cómo chamuya?
—Tango y folklore… Qué hija de puta…
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